Miranda y el tricolor nacional. Entre historia, leyenda, pasiones amorosas y códigos masónicos.

¿De donde proviene realmente los verdaderos significados de los colores de la bandera más allá de los textos escolares?, ¿Por qué el diseño de nuestro Pabellón Nacional guarda una interesante y no menos romántica leyenda, además de una serie de interpretaciones que apuntan hacia códigos secretos y sociedades herméticas?. Develaremos para nuestros lectores algunas investigaciones

Se nos ha dicho desde la infancia, que los colores de nuestra bandera representan: el amarillo, como alegoría de la riqueza de Venezuela considerada en textos escolares antiguos, como nuestra madre patria España. Sin embargo cuando Miranda diseña la bandera, Venezuela no era una de las provincias más ricas del imperio Español, no había oro ni plata como Colombia, México y Perú. ¿Cabría preguntar realmente, a qué riquezas se refería?.
El azul: que nos separaba de esta madre patria España, sin embargo, no se suponía que la lucha precisamente era contra ella, entonces ¿por qué el honor de llamarla así?. El rojo…por la sangre derramada por nuestros patriotas. Aún no comenzaba la guerra por la Independencia, ¿cual sangre era derramada, entonces?
Por otro lado el Precursor de la Independencia de Venezuela según referencias históricas y cronistas de época, habría estado ligado en su periplo por el viejo mundo, África y Norteamérica. Es aquí cuando se propaga una leyenda...la historia nos dice que Miranda impactó a la zarina Catalina de Rusia, una de los personajes más poderosos de Europa. Investigaciones más profundas y tal vez menos decorosas, descubren que Miranda fue amante de Catalina, de este americano que recorría el mundo en busca de apoyo para libertar a su pueblo.
Catalina según dicha leyenda, cuando Miranda se despedía de ella, al entregarle un cofre con valiosas joyas para ayudarle en su gran proyecto le preguntó, “Francisco, cuando vuelvas a Rusia quizás ya no exista, esta será la última vez que nos veamos y quiero que te lleves mi retrato como recuerdo”.
Miranda contestó rápidamente, “te llevaré impresa en el corazón y ondearás libre sobre mi patria, el oro de tus cabellos, el zafiro de tus ojos y el rubí de tus labios”. Y de allí el amarillo, azul y rojo.
En otro orden de ideas, los biógrafos de Francisco de Miranda reconocen que éste fue hermano masón, estudió a los filósofos y científicos más destacados de su tiempo y de épocas remotas, y sin duda alguna profundizó en el manejo de la simbología y lenguajes cifrados. Los cuáles con fines estratégicos le permitieron recibir y enviar mensajes, seguir pistas y ejecutar las acciones de guerra, que le valieron tantas victorias sobre el enemigo.
Para estos, el verdadero significado de los colores de nuestra bandera representan: el amarillo: Oro, el sol, la fuerza dadora de vida, la imagen paterna, la virilidad, la pureza y la perfección. El azul: Paz, inmensidad, profundidad, nobleza, rectitud, libertad, pensamiento. Y el rojo: Calor, fuego, fuerza renovadora, poder, nacimiento.
La horizontalidad de las franjas sugiere igualdad de condiciones, deberes y derechos guardando un orden jerárquico para evitar la anarquía, mantener el orden y la institucionalidad y garantizar la unidad y la fortaleza de la nueva gran nación.
Los entusiastas lectores que se decanten por el reconocimiento de Don Francisco de Miranda como masónico y su figura de Precursor de nuestra Independencia, de seguro avalarán tales postulados en referencia a nuestros colores patrios. Comprendiendo que un Rito, dentro del sistema masónico independiente y distintivo, está a su vez complementado a partir de sus rituales, signos, palabras de pase, tocamientos y ceremonias diferentes, con
su sistema y cantidad de grados que lo identifica.
No es fácil para el hombre vivir y aceptar, es por ello que el Masón pule su piedra bruta durante su viday poco a poco, con la instrucción masónica, perfecciona su manera de ser, su comportamiento y llega a destacarse en su entorno social.
En tal sentido la libertad hacia el exterior es la concepción filosófica de una vida libre, sin esclavitud, ni humana ni de pensamiento. De acceso a los bienes y servicios que la naturaleza otorga y al conocimiento que las diferentes culturas ponen a disposición del hombre, con la sola limitante de la libertad del prójimo, regulada por la tolerancia
Como dato final, sería interesante reconocer un texto, emanado de la Asamblea republicana de 1811…”Sentíase amagada de muerte por el esfuerzo insuperable de sus pujantes enemigos y por la manifiesta hostilidad de nuestro pueblo, que, dominado casi en totalidad por el más fanático realismo y la inveterada costumbre de prestar obediencia a nuestros seculares dominadores, ayudaba con indecible brío a sus propios verdugos en su tarea exterminadora”.
Escrito por: Julio C. Alcubilla B

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