"Es una satisfacción descubrir y dejar testimonio de lo visto"

Geografía
Verónica Rodríguez
vrodriguez@cadena-capriles.com 
Expedición en cuevas


Apenas adentrándose en las galerías que exploraban en las tierras altas de Guayana, Charles Brewer-Carías, y el grupo que lo acompañaba en esta expedición, se percataron de que lo que observaban cambiaría la historia de la espeleología.
"Efectivamente descubrimos la cueva más voluminosa de Venezuela y la de cuarcita más grande y antigua del mundo", comentó el explorador y descubridor de oficio Charles Brewer-Carías.
Un testimonio que dejó plasmado en su más reciente libro, denominado Entrañas del mundo perdido, cuyos textos y múltiples imágenes dan cuenta del contenido y dimensiones de este nuevo hallazgo.
Fue en el año 2002 cuando se avistó la cueva, pero a los expedicionarios les tomó un par de años desarrollar toda la logística para finalmente ir al lugar a explorarlo.
"Fuimos 12 personas en 2004 a explorar y desde entonces hemos realizado nueve expediciones a este sitio. A pesar de todos los hallazgos, aún queda mucho en manos de los científicos por decir", comentó Brewer-Carías.
Hasta nuevas formas de vida en el planeta han sido encontradas en esta inmensa cueva, a las que se les dedica un capítulo del libro denominado "Espeleotemas y bioespeleotemas".
Descubrieron microorganismos que tienen más de 1.200.000 años.
Brewer-Carías recordó que en 1912 Sir Arthur Conan Doyle publicó su novela El mundo perdido, ambientada en el recién explorado Monte Roraima, por lo que el decidió denominar a estas cuevas encontradas en los tepuyes, las entrañas del mundo perdido.
La labor de "parir un libro"
Destacó Brewer-Carías que la tarea de publicar este libro fue como "parir", pues requirió de mucho esfuerzo y de coordinar trabajo y pago para el escritor, el fotógrafo, el diagramador, la imprenta, entre otros actores involucrados en la publicación.
"En nuestras expediciones intentamos tomar fotos del lugar para tener ese registro visual, pero fue imposible. De más de 3.000 imágenes que tomamos, ninguna servía pues no tenían la iluminación adecuada", recordó Brewer-Carías.
Señaló que entonces escucharon de Marek Audi, conocido como el mejor fotógrafo de cuevas del mundo, un checo que se decidió a acompañarlos y les permitió con su técnica poder admirar en toda su magnitud, la belleza de esa cueva.
"Usaba luces de magnesio para iluminar la cueva y eso nos permitía ver la verdadera dimensión de los espacios que explorábamos", comentó Brewer-Carías.
Mencionó la dificultad para conseguir patrocinio. "No es fácil 'vender' un libro sobre un tema que nadie conoce, sobre un descubrimiento que se va a hacer, sobre unas cosas que no se sabe qué son", dijo.
Finalmente Entrañas del mundo perdido consiguió parte del patrocinio de Sodexho Soluciones de Motivación y de Fundación Explora, organizaciones a las que Brewer-Carías agradece por el apoyo, además de destacar la labor de Federico Mayoral -también su compañero en estas expediciones- y de la imprenta Altolitho, que también hicieron posible la publicación de las cerca de 300 páginas del libro.
"Las expediciones son más fáciles que publicar el libro", comentó su amigo y compañero de expediciones Federico Mayoral, quien estuvo presente en la entrevista.
Brewer-Carías escribe en este momento dos nuevos libros sobre su experiencia en la selva y señala que espera contar con mejor suerte con el difícil tema del patrocinio.
Llamado institucional
Destacaron Brewer-Carías y Mayoral que un total de 52 publicaciones científicas internacionales han hecho alusión a este nuevo descubrimiento de las cuevas de cuarcita más grandes del mundo, mientras que en Venezuela ha sido un descubrimiento que prácticamente ha pasado desapercibido.
"Este hallazgo ha sido considerado incluso 'el descubrimiento de la centuria' en el extranjero, mientras que aquí no se ha dado a conocer", dijo Mayoral.
"Hago un llamado para que las instituciones brinden un mayor apoyo a los investigadores venezolanos", enfatizó Brewer-Carías, quien indicó que ha intentado dialogar con representantes del Ministerio del Ambiente y de Inparques infructuosamente.
Recalcó la importancia de contar con el apoyo no solamente económico, sino institucional, de organismos que puedan apoyar expediciones para explorar y descubrir, pues sería importante lograr una labor coordinada más amplia. Brewer-Carías mencionó que el financiamiento de estas expediciones resulta costoso. "Solo el traslado en helicóptero para poder acceder a las cuevas costaba unos 30.000 dólares", señaló.
Una tarea arriesgada
Los "tras cámaras" de estas excursiones dieron para muchas anécdotas -unas graciosas y otras todo lo contrario- que Brewer-Carías y su compañero Mayoral relataron, señalando que en estas expediciones se crea mucha camaradería entre los compañeros del grupo.
"Aunque usualmente nos levantamos muy temprano y pasamos 12 o 14 horas al día explorando, siempre hay momentos para compartir, conversar y aprender. Siempre es como una escuela", narró Mayoral, quien agregó que es una tarea que requiere de mucha pasión.
"Llegamos a pasar varios días sin poder bañarnos, pues apenas había un chorrito de agua y había que racionarla para beber. Ya no aguantábamos el olor", contó Mayoral.
Pero señalan que el sacrificio es válido ante la satisfacción de poder ver y disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor mientras exploran lo desconocido.
Brewer-Carías enfatiza: "Explorar y descubrir no es una tarea sencilla: se trata de una labor bastante riesgosa para la que definitivamente es necesario estar preparado".
Señala que hasta el mejor científico debe reunir ciertas condiciones físicas para poder ir a una expedición a estas cuevas. Brewer-Carías entrena a diario con diversas disciplinas deportivas.
"Hay que tener también una madurez emocional. Sabemos que podemos no regresar", apuntó, indicando que hay un riesgo de muerte permanente para el que el explorador debe estar preparado física y emocionalmente.
Por la dificultad de acceder a estas cuevas recién descubiertas y las condiciones de peligro que implica visitarlas, señalan que se hacen inaccesibles como sitio turístico, como sucede con las famosas cuevas del Guácharo.
Todo un protocolo
Brewer-Carías fue muy enfático al explicar que esta tarea no es una aventura. "La aventura no deja constancia, no deja testimonio, es adrenalina", dijo.
"El descubrimiento es un acto protocolar, no es un acto al azar. Implica un proceso que comienza con el avistamiento de algo que es posible explorar, se explora y se descubre algo que no era conocido. Hay que ir con los equipos y la preparación necesaria", explicó Brewer-Carías. 

"Es una satisfacción descubrir y dejar testimonio de lo visto, compartir y dar para el futuro lo que nunca se conoció, encontrar respuestas de lo que nadie se preguntó", aseveró.
Nuevos posibles descubrimientos en las tierras altas de Guayana están en la lista de Brewer-Carías, quien reitera su llamado a que las expediciones cuenten con apoyo de las instituciones del Estado o privadas que cuenten con los recursos para apoyar expediciones que den a conocer nuevas maravillas naturales.

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