1811, romper cadenas para siempre
Rodrigo Cabezas
"…y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su providencia nos restituye el deseo de vivir y morir libres…"
(Acta Solemne de Independencia, 5-7-1811)
En rigor histórico no es cierto que acontecimientos de un tiempo y un espacio lejano se repitan, se reproduzcan o se calquen en otros tiempos y espacios. La historia humana va a respetar en cada circunstancia o época la correlación de fuerzas, las relaciones sociales, el desarrollo del impulso productivo, tanto de lo particular nacional como de lo universal, y todo ello condiciona los hechos históricos o no de la especie humana.
Ocurre que la experiencia vivida de los pueblos puede marcar el devenir de ellos y servir de referente para darle continuidad a procesos desencadenados en el pasado que se hacen legados insustituibles en los nuevos procesos, luchas o combates por estadios superiores de la civilización. Son sellos, marcas en la conciencia de las naciones hacia la posteridad. El atrevimiento de los venezolanos y venezolanas en el año 1810 y 1811 es un vivo ejemplo de lo afirmado.
La voluntad y arrojo de plantearse un proyecto político de independencia del imperio español y la posterior necesidad de defender tal ideal, en una larga guerra de una década, es el principal hito histórico revolucionario de nuestra vida republicana.
Aquellos acontecimientos fueron posibles por una clara decisión libertaria de la generación de Francisco de Miranda y de Simón Bolívar que, convenciendo a la mayoría de su clase, presionaron desde la Sociedad Patriótica a los integrantes del Congreso con el objetivo de vencer la actitud tímida, moderada o acobardada de quienes 300 años después de subordinación al colonialismo ibérico se negaban a dar el agigantado paso de declarar a Venezuela liberada de España.
Al arribar a los 200 años de la firma del acta de la independencia he leído textos de algunos historiadores que cargados de su tiempo "antichavista" se atreven a crear burdos paralelismos con la intención supuesta de quitarle fuerza al discurso bolivariano del siglo XXI, también negando el contenido popular del 5 de julio de 1811.
Me he preguntado qué sentido tiene afirmar que los acontecimientos de aquellos dos años virtuosos los construyeron "los ricos, los intelectuales".
Registros de aquellos tumultuosos momentos del siglo XIX describen la presencia de mulatos, zambos, negros e indígenas en las reuniones de la Sociedad Patriótica, creada esencialmente para adelantar el sueño independentista. Asimismo, 14 años antes de la firma de nuestra independencia -en 1795-, se produjo la rebelión liderada por el zambo revolucionario José Leonardo Chirinos, hijo de indígena libre y de negro esclavo, movimiento insurreccional precursor que enarboló, influenciado por la revolución francesa, el establecimiento de una República, la abolición de la esclavitud, la supresión de los tributos pagados por los indígenas y de la aristocracia blanca.
Tales procesos históricos que desembocaron en la guerra de independencia son imposibles de explicar sin la presencia del pueblo venezolano.
El desencadenamiento de la confrontación bélica con el ejército español obligó al proyecto libertario en manos de Simón Bolívar a lidiar, en sus primeros momentos, con la incomprensión de amplios sectores populares, campesinos y esclavos particularmente y la jerarquía eclesiástica, en los que la cultura de la dominación imperial privaba.
Al final, la gesta que nos condujo a Carabobo es hechura de un sentimiento patrio que se anidó en las grandes mayorías de ese tiempo. No es excluyente la presencia de una generación avanzada intelectualmente, decidida a romper los lazos de opresión monárquica, con la conciencia que abrigó la voluntad de nuestro pueblo, que implicó el inmenso sacrificio de hacer una guerra popular para desterrar por las armas 300 años de subordinación colonial.
Los venezolanos y venezolanas de 1811 se atrevieron a existir como nación, superando el pasado de opresión colonial y declarando al mundo aquel histórico 5 de julio su irreversible derecho:
"...A nombre y con la voluntad y la autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos (...) que sus provincias unidas son desde hoy de hecho y de derecho estados libres, soberanos e independientes, y que están absueltos de toda sumisión de la Corona de España".
En el siglo XXI otras tareas convocan para, motivados en la gesta independentista y bolivariana, soñar con más independencia, más soberanía, más igualdad, más justicia, más libertad y, por tanto, nunca jamás ser colonia de ningún imperio presente o futuro. Nuestros libertadores rompieron las cadenas para siempre. Ese es el legado.
(Acta Solemne de Independencia, 5-7-1811)
En rigor histórico no es cierto que acontecimientos de un tiempo y un espacio lejano se repitan, se reproduzcan o se calquen en otros tiempos y espacios. La historia humana va a respetar en cada circunstancia o época la correlación de fuerzas, las relaciones sociales, el desarrollo del impulso productivo, tanto de lo particular nacional como de lo universal, y todo ello condiciona los hechos históricos o no de la especie humana.
Ocurre que la experiencia vivida de los pueblos puede marcar el devenir de ellos y servir de referente para darle continuidad a procesos desencadenados en el pasado que se hacen legados insustituibles en los nuevos procesos, luchas o combates por estadios superiores de la civilización. Son sellos, marcas en la conciencia de las naciones hacia la posteridad. El atrevimiento de los venezolanos y venezolanas en el año 1810 y 1811 es un vivo ejemplo de lo afirmado.
La voluntad y arrojo de plantearse un proyecto político de independencia del imperio español y la posterior necesidad de defender tal ideal, en una larga guerra de una década, es el principal hito histórico revolucionario de nuestra vida republicana.
Aquellos acontecimientos fueron posibles por una clara decisión libertaria de la generación de Francisco de Miranda y de Simón Bolívar que, convenciendo a la mayoría de su clase, presionaron desde la Sociedad Patriótica a los integrantes del Congreso con el objetivo de vencer la actitud tímida, moderada o acobardada de quienes 300 años después de subordinación al colonialismo ibérico se negaban a dar el agigantado paso de declarar a Venezuela liberada de España.
Al arribar a los 200 años de la firma del acta de la independencia he leído textos de algunos historiadores que cargados de su tiempo "antichavista" se atreven a crear burdos paralelismos con la intención supuesta de quitarle fuerza al discurso bolivariano del siglo XXI, también negando el contenido popular del 5 de julio de 1811.
Me he preguntado qué sentido tiene afirmar que los acontecimientos de aquellos dos años virtuosos los construyeron "los ricos, los intelectuales".
Registros de aquellos tumultuosos momentos del siglo XIX describen la presencia de mulatos, zambos, negros e indígenas en las reuniones de la Sociedad Patriótica, creada esencialmente para adelantar el sueño independentista. Asimismo, 14 años antes de la firma de nuestra independencia -en 1795-, se produjo la rebelión liderada por el zambo revolucionario José Leonardo Chirinos, hijo de indígena libre y de negro esclavo, movimiento insurreccional precursor que enarboló, influenciado por la revolución francesa, el establecimiento de una República, la abolición de la esclavitud, la supresión de los tributos pagados por los indígenas y de la aristocracia blanca.
Tales procesos históricos que desembocaron en la guerra de independencia son imposibles de explicar sin la presencia del pueblo venezolano.
El desencadenamiento de la confrontación bélica con el ejército español obligó al proyecto libertario en manos de Simón Bolívar a lidiar, en sus primeros momentos, con la incomprensión de amplios sectores populares, campesinos y esclavos particularmente y la jerarquía eclesiástica, en los que la cultura de la dominación imperial privaba.
Al final, la gesta que nos condujo a Carabobo es hechura de un sentimiento patrio que se anidó en las grandes mayorías de ese tiempo. No es excluyente la presencia de una generación avanzada intelectualmente, decidida a romper los lazos de opresión monárquica, con la conciencia que abrigó la voluntad de nuestro pueblo, que implicó el inmenso sacrificio de hacer una guerra popular para desterrar por las armas 300 años de subordinación colonial.
Los venezolanos y venezolanas de 1811 se atrevieron a existir como nación, superando el pasado de opresión colonial y declarando al mundo aquel histórico 5 de julio su irreversible derecho:
"...A nombre y con la voluntad y la autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos (...) que sus provincias unidas son desde hoy de hecho y de derecho estados libres, soberanos e independientes, y que están absueltos de toda sumisión de la Corona de España".
En el siglo XXI otras tareas convocan para, motivados en la gesta independentista y bolivariana, soñar con más independencia, más soberanía, más igualdad, más justicia, más libertad y, por tanto, nunca jamás ser colonia de ningún imperio presente o futuro. Nuestros libertadores rompieron las cadenas para siempre. Ese es el legado.
EL MUNDO 12/07/11. PAG 3- OPINION
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