LOS NIÑOS SON LA CLAVE EN EL PENTAGRAMA

Carla Betancourt Bermúdez
cybetancourt@cadena-capriles.com


Con el lema "tocar y luchar", la Fundación Musical Simón Bolívar, conocida también como El Sistema, se dedica desde 1975 a la capacitación musical de niños y jóvenes provenientes de las zonas populares del país, muchos de los cuales viven en situación de riesgo.
Eduardo Méndez, director ejecutivo de la Fundación Musical Simón Bolívar, señala que cerca de 90% de las personas que pertenecen a la institución vienen de zonas marginales. Asegura que el objetivo es contribuir al desarrollo integral del ser humano e inculcar valores que incidan en la transformación del niño, el joven y el entorno familiar.
"El Sistema no es sólo una orquesta que es conocida por todo el mundo, como lo es La Orquesta Sinfónica Simón Bolívar o las nuevas orquestas que están surgiendo ahora; es una gran red social de jóvenes y niños que están agrupados en más de 280 núcleos a escala nacional que a su vez tienen programas especiales, tales como programas de atención penitenciaria, de niños especiales y de lutería, este último dirigido a la capacitación y preparación de profesionales idóneos para la fabricación, mantenimiento y reparación de los instrumentos sinfónicos y populares que requieren las distintas agrupaciones musicales".
La mística es una palabra que tiene un gran contenido en la organización. "El maestro José Antonio Abreu ha logrado que todos nos sintamos realmente comprometidos con el trabajo en la fundación y tener siempre el norte de la calidad por delante", dijo.
No en balde muchos organismos internacionales reconocen la labor del sistema de orquestas y lo ven como un programa de educación musical único y digno de ser implementado en todas las naciones del mundo, principalmente en aquellas que buscan bajar los niveles de pobreza, analfabetismo y exclusión de la población infantil y juvenil.
"Trabajamos con la filosofía de hacer las cosas de la mejor manera posible, que se ha enriquecido con los años", señaló Méndez. Por ello se invierte la mayoría de los recursos y tiempo en los niños y jóvenes, sin dejar de lado a los padres, a los que se les orienta y compromete con el proceso de formación. "Esto honra los logros del alumno y la música adquiere un valor real para la familia, que no se ve en la necesidad de retirar al niño para que salga a trabajar".

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