Bitácora para jóvenes profesionales


Víctor Maldonado C.
victormaldonadoc@gmail.com


Peter Drucker solía decir que la gente exitosa siempre ha sabido manejarse a sí misma. Nadie que no tenga su vida en control puede pretender administrar la de los otros. Y eso se aprende, aunque no necesariamente en un curso. Decía Heráclito de Efeso que el carácter del hombre era su destino, y con eso se adelantó unos miles de años a la idea que en nuestra época formuló el padre de la Administración, que el triunfo personal se puede gerenciar y que no nos queda otra que ser los conductores de nuestro propio destino.
Hay cuatro condiciones para el logro de una vida profesional trascendente y digna de méritos. La primera es tener foco en un complejo de realizaciones. Lo que ahora llaman plan de vida, un conjunto balanceado de metas que representan las aspiraciones asociadas a la familia, el trabajo, los afectos, el reconocimiento y el legado. La segunda es la disciplina. Mantenerse dentro del foco, ser persistente, no dejarse vencer ni perturbarse por cualquier cambio en las circunstancias. No distraerse. La tercera es la templanza. No hay proyecto que no corra peligro a causa de la concupiscencia. Con ella se pierde la libertad y cualquier posibilidad de acercarnos a los fines que nos hemos propuesto. Y la cuarta es la responsabilidad, que es estar conscientes de las consecuencias positivas y negativas de nuestros actos.
Drucker no hacía concesiones a la obligación que cada uno tiene de conocerse profundamente. Dicen que el arco que había que cruzar para acceder al célebre Oráculo de Delfos hacía la pregunta de rigor: ¿Quieres conocer tu futuro? La respuesta no era otra que "Conócete a ti mismo". Allí está la clave, pero no la solución al acertijo, porque de nuevo estamos frente a la necesidad de tener un método. El sabio y emérito profesor de management (término que él mismo inventó) propone algunas reglas a seguir: 1 Identificar los puntos fuertes, saber en qué te desempeñas mejor, para lo cual no hay mejor recurso que acudir a la experiencia utilizando la técnica del feedback. Y por supuesto, es mejor hacer lo que uno hace bien, que esforzarse en intentar lo que uno no sabe o no puede hacer. 2 Conocer el propio desempeño, la forma como solemos hacer las cosas, y cómo no nos gusta realizarlas. 3 Conocer cuál es el método que nos facilita el aprendizaje y proceder de acuerdo a esa técnica para sacar el mejor provecho de las oportunidades. 4 Conocer el grado de comodidad que sentimos al involucrarnos con la gente en tareas y trabajos, para asumir si somos del tipo de "los solitarios" o por el contrario somos gregarios. 5 Conocer el grado de presión que resistimos para decidir si podemos exponernos a la turbulencia o mejor buscamos espacios estructurados y sosegados. Y finalmente, 6 Conocer cuáles son los valores personales, cuál es nuestra ética y cuán compatible es lo que hacemos con la persona que queremos ser en el futuro.
Un viejo dicho holandés advierte que "no podemos evitar el viento, pero podemos construir molinos". Efectivamente, no podemos evadir los giros de la fortuna, pero tenemos la posibilidad de estar preparados para aprovechar cuando viene bien y resistir cuando se presenta la adversidad. Triunfar es entonces cuestión de método.

Fuente: Diario El Mundo 11/07/2011

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