Arte para llevar: Un concepto donde artistas y espectadores hablan el mismo idioma
Son varios los mitos y contratiempos que el proyecto “Arte para llevar”, se propone combatir. Todos, sin embargo, pueden englobarse en una sola expresión: que el arte es inaccesible a la gente.
Esta exposición, cuya inauguración tendrá lugar el 14 de julio, en el Centro Cultural Secaderos La Trinidad, en el Secadero N.5, muestra el trabajo de seis fotógrafos emergentes: Gabriel Méndez, Pablo Erminy, Gabriela García, Ricardo Avella, Daniel Adrián y un invitado especial: Roberto Weil, quienes mostrarán en la galería una edición limitada de fotografías y pinturas, a precios solidarios. Con ello, se pretende, en primerísimo instancia, hacer accesible al público las obras; en segunda, dar a conocer jóvenes talentos venezolanos en un mercado de las artes visuales que en muchos casos sólo pareciera tener espacio para los ya consagrados, reduciendo así el espectro de posibilidades de enriquecimiento cultural del país; dando pie para que, aquellos que acusan al arte de elitista, tengan tela para cortar.
Así también, tiene como propósito rescatar la idea de que no cualquier cosa es arte. Las fotografías presentadas en esta muestra nos recuerdan que la belleza, la armonía de la imagen, son también importantes en el diálogo que se establece entre obra y espectador, sin caer, por ello, en clichés sobre qué debe ser “lo bello”. Encontraremos aquí que lo cotidiano que se manifiestan en siluetas, colores, formas y sombras que nos rodean cada día, tienen una magia oculta. Bien sabemos que la fotografía, desde hace mucho, es por excelencia el lenguaje encargado de demostrarlo. Por último, quiere hacer un poco más accesible el concepto “arte” –que en nuestro país ha sido siempre materia de especialistas- a un público no especializado.
Arte para Llevar” viene a inyectar una suerte de aire fresco; a abrir las posibilidades para que algo pase, para que los espectadores descubran y puedan llevarse el “arte” a sus casas, mientras que los artistas emergentes encontraran una plataforma para expresar su forma de ver la realidad en un dialogo directo con sus espectadores.
Esperemos, entonces, que su excelencia y su éxito le permitan no solamente recorrer galerías a nivel nacional sino también llegar a la calle y a espacios expositivos no convencionales; que cada vez sea mayor el público que participa en la muestra. Que podamos todos llevar arte –nunca cae mal- a casa, al menos por una vez integrarlo a lo cotidiano.
Esta exposición, cuya inauguración tendrá lugar el 14 de julio, en el Centro Cultural Secaderos La Trinidad, en el Secadero N.5, muestra el trabajo de seis fotógrafos emergentes: Gabriel Méndez, Pablo Erminy, Gabriela García, Ricardo Avella, Daniel Adrián y un invitado especial: Roberto Weil, quienes mostrarán en la galería una edición limitada de fotografías y pinturas, a precios solidarios. Con ello, se pretende, en primerísimo instancia, hacer accesible al público las obras; en segunda, dar a conocer jóvenes talentos venezolanos en un mercado de las artes visuales que en muchos casos sólo pareciera tener espacio para los ya consagrados, reduciendo así el espectro de posibilidades de enriquecimiento cultural del país; dando pie para que, aquellos que acusan al arte de elitista, tengan tela para cortar.
Así también, tiene como propósito rescatar la idea de que no cualquier cosa es arte. Las fotografías presentadas en esta muestra nos recuerdan que la belleza, la armonía de la imagen, son también importantes en el diálogo que se establece entre obra y espectador, sin caer, por ello, en clichés sobre qué debe ser “lo bello”. Encontraremos aquí que lo cotidiano que se manifiestan en siluetas, colores, formas y sombras que nos rodean cada día, tienen una magia oculta. Bien sabemos que la fotografía, desde hace mucho, es por excelencia el lenguaje encargado de demostrarlo. Por último, quiere hacer un poco más accesible el concepto “arte” –que en nuestro país ha sido siempre materia de especialistas- a un público no especializado.
Arte para Llevar” viene a inyectar una suerte de aire fresco; a abrir las posibilidades para que algo pase, para que los espectadores descubran y puedan llevarse el “arte” a sus casas, mientras que los artistas emergentes encontraran una plataforma para expresar su forma de ver la realidad en un dialogo directo con sus espectadores.
Esperemos, entonces, que su excelencia y su éxito le permitan no solamente recorrer galerías a nivel nacional sino también llegar a la calle y a espacios expositivos no convencionales; que cada vez sea mayor el público que participa en la muestra. Que podamos todos llevar arte –nunca cae mal- a casa, al menos por una vez integrarlo a lo cotidiano.
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